Iglesia de Alaska, que se fusionó en 1979, cree que el futuro se le parecerá

Llamados a la Misión Común: 15 años de asociación luterana-episcopal

Por Richelle Thompson 
Posted Dec 15, 2016

Foto de un grupo de miembros de la iglesia luterana-episcopal de la Epifanía en una caminata durante un retiro de jóvenes este otoño.

Nota de la redacción: El 6 de enero de 2001, luego de 30 años de diálogo, la Iglesia episcopal y la Iglesia Evangélica Luterana en América, en tanto conservaban su autonomía, convinieron en juntarse para colaborar en la misión conjunta en el mundo y permitir que los clérigos se movieran libremente entre las dos iglesias. Este semana, ENS  publica la serie “Llamados a una misión común” que celebra 15 años de plena comunión episcopal-luterana.

[Episcopal News Service] Una de las más antiguas congregaciones episcopales-luteranas comenzó con un apretón de manos entre obispos. El sentimiento de buena voluntad aún orienta a la congregación luterana-episcopal de Valdez, Alaska.

Localizado en el canal del Príncipe Guillermo, el pueblo de Valdez tiene una población de aproximadamente 4.000 habitantes. El pueblo más cercano con una iglesia episcopal se encuentra a más de 400 kilómetros. Aunque hay 50 congregaciones en la Diócesis de Alaska, la mayoría son iglesias rurales muy pequeñas. Sólo un puñado de clérigos con preparación teológica presta servicios en la diócesis.

“Le digo a la congregación todo el tiempo que ellos son como la Iglesia se va a ver de aquí a 20 o 30 años”, dijo la Rda. Christina Mauntel, pastora de la congregación. “Tenemos solamente un empleado a sueldo. Las señoras limpian la iglesia y todo el mundo trabaja unido para mantenerla. Tenemos un laicado muy fuerte que sabe dirigir. No están más apegados a una u otra denominación, sino que están comprometidos entre sí”.

Según los miembros más antiguos, la unión comenzó cuando la congregación episcopal de Valdez se resquebrajó por alguna razón. El sacerdote que estaba en ese tiempo se acercó al pastor luterano y le habló de unir fuerzas. El diálogo continuó entre los obispos, quienes aprobaron una fusión en 1979 —22 años antes de que la Iglesia Episcopal y la Iglesia Evangélica Luterana en América se unieran oficialmente en plena comunión.

La congregación fusionada usaba el edificio de la iglesia episcopal y pagó un alquiler nominal durante los primeros años; finalmente, contó Steve Newcomer, presidente del consejo de la congregación, el edificio le fue cedido a los luteranos. Pero en todos los otros sentidos, ellos son una sola congregación, afirmó  Newcomer.

Tener una iglesia unida “nunca ha sido un problema para ninguno de nosotros allí”, dijo Newcomer que asiste a la Epifanía [Epiphany] desde que se mudó a Valdez en 1994. “Seré sincero: estuve asistiendo a la iglesia aquí durante una década antes de que supiera lo que era episcopal y lo que era luterano… Nuestra misión es ser un lugar de acogida para todos los cristianos. Ponemos nuestro mayor empeño en aceptar a cualquiera que entre por la puerta”.

Esta hospitalidad radical está profundamente arraigada en las congregaciones. Tanto Mauntel como Newcomer recordaban un letrero en el sótano que anunciaba que la iglesia era un lugar donde eran bienvenidos a reunirse y a alabar a Dios. Con el transcurso de los años, episcopales, metodistas, bautistas americanos, presbiterianos, discípulos de Cristo y otros grupos denominacionales se han reunido y han adorado en el edificio de la Epifanía.

“No cerramos las puertas [de la Iglesia]”, dijo Newcomer. “Queremos que la gente que busca albergue pueda usar nuestro edificio. Dejamos a cualquier grupo que no se proponga hacer un uso lucrativo de nuestra iglesia. Se nos conoce como la iglesia del pueblo donde todo el mundo es bienvenido”.

Aunque ella nunca había puesto un pie en Alaska, la naturaleza ecuménica de la Epifanía atrajo a Mauntel cuando consideró a la congregación como su primer llamado después del seminario. Pastora luterana, para ella es una alegría y un reto aprender más acerca de las tradiciones y la política episcopales.

Por ejemplo, la Iglesia Episcopal es más estricta que los luteranos en lo que respecta a administrar el sacramento de la Sagrada Eucaristía, dijo Mauntel. Esto ha llevado a una situación interesante: uno de los líderes laicos episcopales de la iglesia tiene permiso para administrar los sacramentos en el culto luterano, pero no puede presidir en una reunión episcopal.

Priscilla Gregg ha vivido toda su vida en Valdez y asistió a la iglesia episcopal de niña y de adulta. Ella formaba parte de la congregación episcopal cuando se fusionó con la iglesia luterana.

“Al principio hubo algunas dificultades”, afirmó ella. “Pero decidimos temprano juntarnos como una familia. Nuestro foco a lo largo de los años ha sido que no somos dos cuerpos separados, sino que somos un solo cuerpo”.

Ella espera que otras congregaciones del país contemplen la fusión como una oportunidad.

“Lo primero para ellos es fijarse en qué se asemejan y en qué difieren”, dijo Gregg. “Y no asustarse. Habrá cambios, pero podemos resolverlos juntos y salir fortalecidos”.

– Richelle Thompson es subdirectora y gerente editorial de Forward Movement. Traducción de Vicente Echerri


Tags