Ferguson: ‘El momento, para nosotros en la Iglesia, de ‘venir a Jesús’’

Por Pat McCaughan
Posted Oct 21, 2014
Danielle Dowd, joven misionera para la Diócesis Episcopal de Misurí, ha estado pasando varios días a la semana en las calles de Ferguson y San Luis.

Danielle Dowd, joven misionera para la Diócesis Episcopal de Misurí, ha estado pasando varios días a la semana en las calles de Ferguson y San Luis.

[Episcopal News Service] Danielle Dowd volvía a situarse frente al Departamento de la Policía de Ferguson el 15 de octubre, sólo dos días después de haber sido arrestada allí mientras protestaba por la muerte a tiros, a manos de un policía, del adolescente desarmado Michael Brown y de otros jóvenes afroamericanos.

Desde la muerte de Brown el 9 de agosto, “he venido un par de días todas las semanas, salvo cuando a mi hija de 7 años le extirparon las amígdalas y debí cumplir mis deberes de madre. He podido establecer algunas buenas relaciones con los jóvenes, cuyas voces deben ser escuchadas” dijo Dowd, de 26 años, misionera de los jóvenes para la Diócesis Episcopal de Misurí, a Episcopal News Service (ENS).

Del mismo modo, el Rdo. Jon Stratton, director del Cuerpo de Servicio Episcopal de la diócesis, pasó el 13 de octubre —día en que cumplía 30 años— desfilando, cantando, voceando “¿De quién son las calles? Las calles son nuestras. ¿De quién son las calles? Las calles son de Dios”, para ser finalmente arrestado.

Ellos y otros episcopales se cuentan entre las docenas que fueron detenidos durante las actividades del llamado “Lunes Moral” [Moral Monday] ante el Departamento de la Policía de Ferguson como parte de una serie de actos de desobediencia civil llevados a cabo durante el fin de semana en la región de San Luis y coordinados por “Manos Arriba, No Disparen” [Hands Up, Don’t Shoot] y la Organización para la Lucha de los Negros.

Algunos han comparado el movimiento emergente, su joven liderazgo y sus crecientes relaciones con el activismo de los derechos civiles de los años 60, y otros lo han llamado un movimiento pro derechos humanos. También han sacado a relucir las viejas y enconadas tensiones entre la comunidad afroamericana y el Departamento de la Policía, y han dado lugar a demandas de cambios radicales en los terrenos docentes, económico e institucionales.

El momento le presenta interesantes oportunidades a la Iglesia, dice el Muy Rdo. Mike Kinman, deán de la iglesia catedral de Cristo [Christ Church Cathedral] en San Luis. “Este es el momento para nosotros en la Iglesia de ‘venir a Jesús’”.

Chuck Wynder, misionera para la justicia y la defensa sociales de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS), se muestra de acuerdo. “Reconocemos que la Iglesia tiene cada vez más un papel que desempeñar en ser una voz profética en un lugar seguro para la obra de justicia y reconciliación raciales. Seguimos siendo un medio para la Diócesis de Misurí y para conectar los acontecimientos y las novedades de Ferguson con los problemas, la dinámica y el dialogo en todo el país”.

Entre otras cosas, “estamos en el proceso de crear una página a través de la Red Episcopal de Política Pública (a nivel denominacional) de voces, recursos e iniciativas acerca de la muerte de Michael Brown, la situación de Ferguson y cómo eso se relaciona con la obra de justicia social y reconciliación racial a través de la Iglesia en todo el país”, dijo Wynder.

La Iglesia sigue dispuesta a ser un recurso fundamental mientras Ferguson —y el resto de la nación— esperan ansiosamente el dictamen del gran jurado y si habrá instrucción de cargos por la muerte a tiros de Michael Brown, dijo Wynder, quien añadió: “Estamos preparándonos para lo que sabemos que viene”.

La Iglesia Episcopal ha estado concentrando recursos en la zona de Ferguson desde poco después de la muerte de Brown. En septiembre otorgó $30.000 y Ayuda y Desarrollo Episcopales contribuyó con otros $10.000 para una subvención, dividida entre las tres iglesias de la zona, destinada a la labor de [combatir] la pobreza nacional, el quehacer pastoral y el trabajo comunitario en Ferguson.

La iglesia de San Esteban [St. Stephen’s] (Ferguson), de la Ascensión (Northwoods) y Todos los Santos [All Saints’] (ciudad de San Luis) han sido significativamente afectados por la perturbación social que siguió a la muerte violenta de Brown y la respuesta de la comunidad. Las iglesias han estado a la vanguardia de la movilización de recursos para la comunidad, ministrando las necesidades de manifestantes y policías por igual y simplemente “siendo la Iglesia” para todos.

La marcha: arrepentimiento, confesión, absolución y arresto
Stratton se encuentra entre un estimado de varios miles de personas que se unieron el 13 de octubre a una marcha dirigida mayoritariamente por jóvenes, y que tuvo que hacerle frente a tanta lluvia que, en un momento, “estábamos cantando ‘Wade in the Water’[‘Metidos en el agua’]”, le dijo a ENS el 15 de octubre.

“El tema era de arrepentimiento y confesión y absolución y cambio de los sistemas que perpetúan el racismo y la injusticia”, incluidos los sistemas eclesiásticos, afirmó. Los clérigos confesaron su complicidad con tales sistemas y llamaron a los agentes de policía, que se encontraban alineados frente a la estación de policía de Ferguson, a hacer lo mismo.

“Queremos dejar muy claro que el clero, hablando por mí y por los que estaban conmigo, no estábamos hablando del pecado individual, sino de un pecado sistémico”, añadió. “Les dijimos a los agentes de policía que ellos eran valiosos y amados hijos de Dios, pero que formaban parte de un sistema que no sólo estereotipa y deshumaniza a las personas [que se encuentran] del otro lado, sino que conduce también a la deshumanización de la fuerza policial.

“Siempre que salen con sus equipos antimotines, es un signo tangible de deshumanización. [En ese momento] dejan de ser vistos como personas y más como máquinas o como instrumentos de violencia”.

Era la segunda vez en su vida que a la Rda. Anne Kelsey —de 67 años, rectora jubilada de la iglesia de La Trinidad [Trinity Church] en Central West End de San Luis— la arrestaban. Ella recordaba cuando protestó en el Pentágono con la Hermandad Episcopal de la Paz y con los Testigos por la Paz, hace 42 años “y esto no fue como aquello”, le dijo ella a ENS. Entonces “estábamos en el vestíbulo del Pentágono celebrando una misa por la paz”.

De izquierda a derecha, la Rda. Anne Kelsey, el Rdo. Jeff Moore y el Rdo. Jonathon Stratton, director de la Casa de la Diaconisa Ana en San Luis, fueron arrestados juntos el 13 de octubre.

De izquierda a derecha, la Rda. Anne Kelsey, el Rdo. Jeff Moore y el Rdo. Jonathon Stratton, director de la Casa de la Diaconisa Ana en San Luis, fueron arrestados juntos el 13 de octubre.

Para Kelsey, el fin de semana, especialmente la manifestación de la noche del sábado, tenía una sensación histórica, como si “estuviéramos presenciando el renacimiento del movimiento por los derechos civiles”.

De manera que ella asistió al evento del “Lunes Moral” con sotana, sobrepelliz y estola “y estuvimos allí y llovía y llovía, y a medio camino hasta hubo un anuncio de tornado”.

Kelsey se unió a las protestas después del 8 de octubre cuando la policía mató a tiros a otro joven afroamericano, Vonderrit Myers, cerca de la casa de ella en el barrio de Shaw.

“Oí los disparos y mi marido y yo caminamos las tres cuadras para ver que estaba pasando. Era sencillamente terrible, la furia y el dolor de la multitud”, recordaba. Las circunstancias que rodearon la muerte de Myers —que supuestamente tenía un arma y le disparó a la policía— difieren de los testimonios en la muerte de Michael Brown, que estaba desarmado. Pero “era realmente traumatizante después de lo de Michael Brown”.

Después que la policía se llevó el cadáver y las cintas que identificaban la escena del crimen, “nos paramos exactamente encima del lugar donde él murió y oramos¨, dijo Kelsey lenta, balbuceante y penosamente. “Me involucré de una manera que no había planeado. Este era mi barrio”, afirmó. “Existe una línea divisoria en este barrio. Yo estaba de pie allí, mientras una mujer me estuvo dando gritos durante largo rato. Decía que ella había trabajado para Amnistía Internacional y que reprendía a la clériga blanca por no hacer lo suficiente. No es una situación cómoda”.

Mientras participaban en la manifestación del 13 de octubre, Kelsy y otras personas se mantuvieron frente a la fila de policías en el Departamento de Policía de Ferguson y le pidieron a los agentes “que se arrepintieran de los pecados institucionales del departamento de policía. Le dije al hombre que tenía frente a mí que, me gustara o no, cuando yo usaba mi alzacuello, era el rostro de la Iglesia para el pueblo y tengo que ser la primera en pedir perdón por los pecados de la Iglesia, no importa que yo los hubiere cometido o no de la misma manera. Los agentes de la policía son el rostro del sistema de justicia. No creo que sea irrazonable pedirles que reflexionen al respecto”.

Cuando ella se arrodilló frente a él, “cruzó la línea” y la arrestaron e inmediatamente la esposaron y la pusieron en un vehículo de la policía. Estuvo encarcelada durante varias horas y luego la liberaron.

Un movimiento emergente: ‘Los jóvenes nos dan lecciones’
Dowd y Stratton han pasado varios días de la semana en las calles de Ferguson y San Luis “para llegar a conocer a los jóvenes que han estado allí a diario durante 67 días. Parte de lo que quiero hacer es apoyarlos y seguirlos”, dijo Stratton.

“Ellos son los más afectados por la brutalidad policíaca, pues eran amigos de Michael Brown y viven en Ferguson. Son la gente que la Iglesia debe escuchar y, de muchas maneras, seguir el ejemplo”.

Como Joshua Williams, de 18 años, y Jermell Hasson, de 27, que el 15 de octubre estuvieron junto con Dowd frente al Departamento de Policía de Ferguson.

“He estado aquí todos los días porque Michael Brown era mi primo hermano”, dijo Williams. “Lo que me trajo aquí fue que yo lo vi en el suelo. Vi su sangre en el suelo. Me pongo en su lugar. Yo podía haber estado en el suelo, podía haber sido el hijo de cualquiera. Luego, estoy luchando por los derechos de los chicos”.

“Eso me hizo presentarme aquí, en representación de todas las personas del mundo y de sus hijos”.

Hasson está de acuerdo rn que el problema significa justicia más plena y más profunda para Michael Brown, “pero eso es sólo un aspecto de lo que está en juego”.

“Esto tiene mucho que ver con los derechos humanos”, agregó. “Esto no es un movimiento de derechos civiles, es un movimiento de derechos humanos. Debo ser capaz de recibir el mismo trato que cualquier otro que entre en una estación de policía en Estados Unidos y estaré aquí indefinidamente”.

Pero por ahora, “me estoy concentrando en Michael Brown. Quiero que un asesino vaya a prisión”, añadió Hasson, quien fue arrestado en la protesta y dijo que acababa de salir de la cárcel el 15 de octubre luego de que lo arrestaran en una protesta anterior. “Si tuviera que encontrar una palabra para [definir a] Ferguson”, dijo, “sería ‘frágil’. Esto puede evolucionar en cualquier dirección. Es sencillamente muy, muy duro”.

Aunque no pertenece a ninguna iglesia, Hasson dijo que mantener una presencia fuera del Departamento de Policía le ha infundido esperanzas debido a “la diversidad que veo aquí. Me muestra que no es sólo mujeres y hombres afroamericanos los que me apoyan. Veo muchísimas mujeres y hermanos blancos, y asiáticos. Me gusta la diversidad, que todo el mundo pueda relacionarse con lo que pasamos en esta sociedad. He aprendido acerca de otras culturas aquí en conversaciones casuales. Ésta es una experiencia de aprendizaje”.

‘Esto es lo que es la teología’
Kinman dice que “una de las características más insidiosas de una sociedad segregada es que no tenemos relaciones donde nos conozcamos mutuamente” y por consiguiente estamos tentados a no vernos los unos a los otros como imágenes de Dios y estamos inducidos al temor y, particularmente cuando estamos cansados y traumatizados, estamos tentados a actuar fuera de lugar”, lo cual le permite a la Iglesia asumir papeles interesantes que pueden parecer contradictorios”.

Un papel es encontrarse “allí donde el Evangelio está surgiendo, a partir de estos líderes jóvenes en la calle. Debemos estar presentes con estos líderes jóvenes en la calle, líderes jóvenes asombrosamente no violentos”, dijo Kinman.

Otro [papel] es entablar relaciones con los agentes de policía, víctimas también de un sistema institucional, dijo Dowd el 15 de octubre. “No estoy aquí para demonizar a los agentes de la policía o de la ley. Quiero que todos trabajemos juntos para encontrar algo mejor”, dijo ella.

“El sistema no beneficia a los agentes de policía tampoco. Los priva de su humanidad; y no beneficia a los jóvenes afroamericanos: muchas veces los priva de la vida”.

Dowd dijo que ella está siendo más consciente del privilegio y de “ las ideas equivocadas que he tenido o de las maneras en que me he beneficiado por ser blanca en este país. Estoy aprendiendo muchísimo de escuchar y de darme cuenta de que no siempre tengo que ser la que esté a cargo [de las cosas]. Es importante escuchar y aprender de los jóvenes negros y seguir su ejemplo sobre el terreno aquí, día tras día, viviéndolo todo el tiempo.

“Para mí, esto es una opción; para ellos, no”, añadió. “Yo puedo participar en esto e irme en el momento en que lo desee. Pero esto es su vida cotidiana. Esto es algo que estos jóvenes sienten que es un asunto de vida o muerte para ellos. Me siento orgullosa y honrada de poder mantenerme en solidaridad para mostrarles lo que quiero decir cundo afirmo que estoy con ellos todo el tiempo”.

Kinman dijo que los manifestantes del 13 de octubre revisaron una tradicional consigna de protesta de preguntas y respuestas y en lugar de decir “muéstrame como es la democracia, así es como es la democracia”, coreaban “muéstrame lo que es la teología; esto es lo que es la teología” y añadió que muchos manifestantes le han pedido a la Iglesia una participación más plena.

Pero agregó: “éste no es el movimiento de los derechos civiles de su abuela. Estos jóvenes se congregan en Twitter y están valiéndose de la tecnología para el cambio social. Y no son episcopales. Uno de los momentos más aleccionadores para nosotros es que estas personas no han estado en nuestras iglesias. Algunos asisten a la Iglesia, pero en general las voces que emergen son voces que sienten que la Iglesia los ha dejado atrás. Quieren saber dónde hemos estado”.

– La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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