El Consejo sopesa la propuesta de permanecer en el centro denominacional

La relocalización es ‘sólo una máscara de la auténtica reforma que se necesita’ dice el informe

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Feb 27, 2013

[Episcopal News Service – Linthicum Heights, Maryland] Las oficinas denominacionales de la Iglesia seguirían en el Centro de la Iglesia Episcopal en Nueva York si el Consejo Ejecutivo acepta una recomendación recibida el 26 de febrero de parte de un grupo de ejecutivos de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS, por su sigla en inglés).

De cuatro principales escenarios analizados, “la misión reconciliadora de Dios se promueve mejor” permaneciendo en el 815 de la Segunda Avenida en Manhattan y consolidando las operaciones en el centro denominacional de la Iglesia mediante la liberación de más espacio para alquilarlo a arrendatarios de afuera, que los 3,5 pisos que tenemos al presente alquilados, dice un informe dirigido al Consejo. Esta opción obraría “en el mejor interés económico de la organización, tanto desde el punto de vista del efecto presupuestario como de los fines de la inversión a largo alcance”.

La DFMS, la entidad corporativa de la Iglesia, alquila al presente 2,5 pisos al Ad Council y un piso a la Misión Permanente de Haití ante las Naciones Unidas. El centro denominacional tiene nueve pisos de espacio para oficinas.

El estudio comenzó en febrero de 2012, cinco meses antes de que se reuniera la Convención General, cuando el Comité de Finanzas para la Misión le pidió a la gerencia de la DFMS que estudiara la posible relocalización de la sede de la Iglesia.

La Resolución D016 de la Convención General, aprobada en julio pasado, decía que “es la voluntad de esta Convención mudar el centro denominacional de la Iglesia” de ese edificio.

El informe apuntaba que el grupo cree que “la verdadera energía subyacente en [el empeño] de examinar la localización del centro denominacional atañe menos a su localización y más al modo en que realmente funciona”, añadiendo que los firmantes “no podrían estar en mayor acuerdo sobre la necesidad de reformar la manera en que la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera funciona y sirve a las necesidades de la Iglesia, particularmente en lo que concierne a fomentar, alentar y sostener la misión a nivel local en asociación con el liderazgo local”.

Definiendo el deseo de relocalizarse como “sólo una máscara de la auténtica reforma que se necesita y se exige”, el grupo cuestiona “¿cuánto tiempo, nos preguntamos, habría de pasar antes de que las quejas sobre el aislamiento del centro de la Iglesia en Nueva York se convirtieran en quejas sobre el aislamiento de la Iglesia en alguna otra ciudad?”

“Quizá más que cambiar la ubicación de nuestra ansiedad comunitaria de un sitio a otro, nos resultaría de mayor provecho a largo plazo si hiciéramos uso de nuestro mejor criterio para tomar una decisión racional y estratégica que favorezca más el compromiso de la Iglesia con la misión de Dios y luego exponer claramente esa decisión a la Iglesia”.

El obispo Stacy Sauls, encargado de operaciones de la Iglesia Episcopal, le dijo al Consejo que la pregunta sobre la relocalización del centro denominacional suele hacerse cada cierto tiempo. La primera vez fue aproximadamente ocho años después de que el edificio se estrenara, y el tema al parecer se repite con el mismo intervalo, señaló él.

Sauls, el tesorero y director de Finanzas Kurt Barnes, el subjefe de operaciones y director de la Misión Sam McDonald, el director de Recursos Humanos John Colón y el asesor legal Paul Nix, son miembros todos ellos del Grupo de Supervisión Ejecutiva, compuesto por 10 personas, que llevó a cabo el estudio en la pasada primavera.

El estudio consideró Chicago, Atlanta, Washington, Dallas/Ft. Worth, Houston, Minneapolis, Detroit, Miami, Filadelfia, Boston, Charlotte, Ft. Lauderdale y Cincinnati, al igual que otras localidades en Nueva York, como alternativas al centro denominacional que se inauguró hace 50 años.

La firma internacional de bienes raíces Cushman & Wakefield asesoró el estudio y la Diócesis de Los Ángeles sufragó los honorarios de su trabajo.

“Creemos que la mejor alternativa es vender la propiedad”, había dicho John Cushman, el presidente de la firma de bienes raíces, a los comités de Finanzas para la Misión y Gobierno y Administración para la Misión, horas antes ese mismo día. Esa conclusión parte, afirmó él, del sentir que la propiedad y la administración de bienes raíces “no está en consonancia con las competencias fundamentales de la Iglesia”.

Más tarde en el día,  Nat Rockett, vicepresidente ejecutivo de Cushman & Wakefield, dijo ante todo el Consejo que no es inusual que su firma llegara a una conclusión diferente a la del Grupo de Supervisión Ejecutiva, porque la firma de bienes raíces atendió a una serie de factores diferentes y limitados.

Después de que se presentara la recomendación, el Consejo debatió la conclusión durante una sesión ejecutiva en la segunda jornada de su reunión de invierno de tres días de duración. La sesión se celebró a puertas cerradas en parte porque la discusión del informe del grupo conllevaba información de bienes, tal como la prevista tasa de alquiler por pie cuadrado en el mercado inmobiliario del edificio de 11 plantas y su presunto valor en el mercado de bienes raíces. Esa información también estará ausente de la versión del informe que se espera se publique aquí el 27 de febrero.

El consejo no tomó ninguna decisión sobre la recomendación y [los comités] de Finanzas para la Misión y Gobierno y Administración para la Misión elevarán el informe en la reunión del Consejo del 8 al 10 de junio.

El Grupo de Supervisión Ejecutiva llegó a su conclusión unánime, dice el informe, luego de analizar cinco “consideraciones de la misión”, incluidas la unidad de la Iglesia, las asociaciones de la misión, la continuidad de los servicios prestados, la promoción de la justicia y la maximización de los recursos financieros para la misión. La consideración global, según Sauls, fue la mayordomía desde el punto de vista de la administración económica de los recursos de la Iglesia para la misión.

La unidad de la Iglesia se fortalece más cuando la oficina matriz de ésta es accesible a sus miembros, dijeron ellos. Nueva York responde mejor a ese objetivo porque el 80 por ciento de los episcopales (casi 567,00, en base a la asistencia dominical promedio en 2011) asiste al culto en las zonas horarias del este y la ciudad está más al alcance por vía aérea de los episcopales que vienen de fuera de los Estados Unidos, según el informe.

Una serie de importantes asociaciones misionales se verían negativamente afectadas si el centro denominacional se mudara a otra ciudad, dice el informe, porque tal traslado significaría una mayor separación entre la DFMS y socios tales como el  Grupo de Pensiones de la Iglesia, Ayuda y Desarrollo Episcopales, la Iglesia de la Trinidad de Wall Street, las Naciones Unidas y el Observador Anglicano ante la ONU, las agencias de reasentamiento [de inmigrantes y refugiados] incluido el Ministerio Episcopal de Migración, la Fundación de la Iglesia Episcopal, la Asociación Nacional de Escuelas Episcopales y los  Colegios y Universidades de la Comunión Anglicana.

Mudarse de Nueva York tendría “un impacto muy negativo” en seguir brindándoles servicios a la Iglesia y al mundo porque el 73 por ciento del personal de Nueva York (75 de los 102 empleados) probablemente no estaría en disposición de irse de la ciudad. El informe calcula que costaría $2,6 millones los costos de compensaciones laborales y mudanza. Si bien podría ahorrarse dinero por los reducidos costos de empleo en otras ciudades, esos empleados que sí se mudaran con el centro denominacional tendrían sus salarios congelados, en tanto los trabajadores de reemplazo serían contratados conforme a las tasas al uso [en el lugar], presumiblemente más bajas. En consecuencia, existiría una estructura salarial de dos niveles que podría tener un efecto negativo en la moral del personal, dice el informe.

“Cuestionamos la prudencia de tal disrupción en el preciso momento en que la Iglesia está reformándose para tener un foco misional cada vez mayor y cuando más se necesita el personal que facilite, anime y lleve adelante las iniciativas que se están aplicando como partes del Presupuesto de las Marcas de la Misión, tal como fuera adoptado por la Convención General de 2012”, dicen los redactores del informe.

El informe agrega que el Ministerio Episcopal de Migración (EMM, sigla en inglés) podría verse amenazado por ese traslado porque es improbable que muchos miembros de su personal fuesen a abandonar Nueva York, ya que allí abundan los empleos relacionados con el trabajo de reasentamiento. Si una pérdida significativa de personal afectara la capacidad del EMM de ofrecer los servicios por los que recibe subvenciones gubernamentales, el ministerio tendría que cesar.

El informe expresa preocupación respecto a irse de Nueva York debido a las leyes que podrían encontrarse en otras partes. Las parejas casadas del mismo sexo se verían obligadas a elegir entre sus empleos y el mudarse a una jurisdicción que no reconoce sus matrimonios, sugieren los firmantes. Nueva York reconoce los matrimonios de personas del mismo sexo.

“Queremos dejar aclarado que nosotros, como gerencia, aplicaremos todo lo que deba hacerse para servir a la Iglesia, y además, que creemos que todo el personal de la Iglesia pondrá su mejor empeño al mismo fin”, dicen los firmantes. “Sin embargo, sí nos preguntamos  sobre el efecto que tendría en nuestra voz profética el indiscriminado despido de personal a fin de reemplazarlo con mano de obra más barata, a falta de alguna razón persuasiva, si no perentoria, para hacerlo”.

“Como líderes en la Iglesia, tenemos una particular preocupación sobre los efectos de nuestro testimonio respecto a la cuestión de la igualdad matrimonial cuando algunas personas casadas empleadas por nosotros se verían obligadas a optar entre sus empleos y el que sus matrimonios sean reconocidos”.

Y varias de las ciudades que se han contemplado [como posibles sedes] se encuentran en estados en que rigen “leyes migratorias regresivas, leyes que prohíben la igualdad matrimonial y leyes que alientan la violencia armada”, dice el informe.

“¿Qué dice el lugar donde localizamos nuestra oficina matriz acerca de lo que creemos?, preguntan los redactores.

La recomendación del informe pide también que se negocien acuerdos por escrito con todas las agencias asociadas que al presenten ocupan gratuitamente 1,5 plantas del centro denominacional “para compartir más equitativamente costos, riesgos y recompensas y, lo que es más importante, para ampliar las asociaciones misionales”. Esas agencias incluyen Ayuda y Desarrollo Episcopales, la Asociación Nacional de Escuelas Episcopales, Colegios y Universidades de la Comunión Anglicana, la Oficina del Observador Anglicano ante las Naciones Unidas, la Sociedad de la Biblia y el Libro de Oración Común y el Club de Publicaciones de la Iglesia [Church Periodical Club]. La DFMS le brinda también varios servicios a estas agencias, incluidos servicios bancarios y de contabilidad, administración de beneficios, correo, teléfono e infraestructura de información sin costo alguno.

De esas siete agencias, la DFMS sólo ha suscrito un acuerdo con Ayuda y Desarrollo Episcopales, la cual ocupa casi la mitad del espacio cedido a las agencias.

“Lo que nunca antes hemos hecho, lo tomamos conscientemente en cuenta  y se lo informamos por completo a la Iglesia, que estos acuerdos tienen un costo real — un costo real de funcionamiento y un costo desde el punto de vista de pérdida de réditos de lo que, de otro modo, sería un espacio alquilable”, dice el informe.

El informe señala también que el Consejo resolvió en octubre de 2008 que cualquier agencia nueva que se instalara en el centro denominacional pagaría un alquiler negociado “a menos que existieran razones imperiosas para no cobrar el alquiler” Los redactores [del informe] recomiendan cobrarles a las agencias por el espacio y hacer una subvención para compensar el cargo, en todo o en parte. Esto “haría más claro para todos la realidad de que el arreglo actual tiene costos reales que corren por cuenta de la DFMS y ayudaría a todas las partes a entender los costos reales de sus  ministerios y planificarían en consecuencia”, afirma.

El informe advierte que al menos cuatro agencias (Ayuda y Desarrollo Episcopales, la Fundación de la Iglesia Episcopal, Colegios y Universidades de la Comunión Anglicana y el Observador Anglicano ante las Naciones Unidas) probablemente no se irían de Nueva York si la DFMS se mudara. Por consiguiente, se enfrentarían con [la necesidad de] tener que alquilar espacio.

“Esto nos conduce a una pregunta sencilla: si nuestras agencias afiliadas están dispuestas a pagar las tasas del mercado a terceros, ¿podrían estar dispuestas a compartir los costos con la entidad que los ha albergado gratis durante tantos años?”.

Las  subvenciones en este trienio compensarían completamente el alquiler que se cobrara, pero en el futuro, el informe sugiere que la compensación del alquiler debida a esas subvenciones podría ser de menos del 100 por ciento y podría negociarse de manera diferente con cada agencia, “dependiendo de las diferencias en circunstancias y de los objetivos de la asociación”.

El forjar tales acuerdos “distribuiría el riesgo de la propiedad del centro denominacional entre varias entidades en lugar de concentrarlo solamente en la DFMS”, dice el informe.

El informe reconoce que parte del interés en relocalizar el centro denominacional se afinca en el deseo de eliminar pagos de deuda del presupuesto de la DFMS. El presupuesto incluye pagos sobre dos préstamos  y una línea de crédito para gastos de funcionamiento para la cual no hay saldo.

Un préstamo es por un espacio de estacionamiento en Austin, Texas, que se compró como un sitio probable donde relocalizar los Archivos de la Iglesia Episcopal. Los ingresos de esa operación cubren el interés sobre el préstamo y ha permitido el reembolso de parte del capital, dice el informe

El segundo préstamos, que asciende a $37 millones, se pidió en 2004 para pagar una extensa remodelación de la sede central de la Iglesia luego de que el Consejo decidiera no relocalizar las oficinas denominacionales. Gran parte de ese trabajo tuvo que ver con la reducción de asbesto. Según el informe, el préstamo fue renegociado en 2010 y debe renegociarse de nuevo en 2016.

El saldo del préstamo a fines de 2012 era de $32.642.800 y el pago de la deuda anual asciende a $2.684.519. El préstamo está asegurado por valores sin restricción en la cartera de inversiones, no por el edificio mismo.

Debido a que la tasa de interés es del 3,69 por ciento y la DMFS espera (basándose en la experiencia) ganar anualmente un 8 por ciento sobre sus inversiones, sería más prudente invertir los réditos de la venta del centro denominacional en lugar de liquidar el préstamo, dice el informe.

El informe incluye también un detallado análisis del eventual impacto financiero a lo largo de 15 años de elegir cada uno de los cuatro escenarios.

En otro asunto del pleno, el 26 de febrero, el Consejo:

* autorizó una línea de crédito de $250.000 a la Iglesia Episcopal en Carolina del Sur.

* Escuchó un resumen de la 15ª. reunión  del Consejo Consultivo Anglicano a fines del año pasado en Auckland, Zelanda, que presentó Josephine Hicks, la miembro laico de la delegación de la Iglesia Episcopal. El período de tres reuniones de Hicks terminó con la reunión de Auckland.

* Recibió una actualización sobre la recuperación de la Diócesis de Haití luego del terremoto.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service.

Traducido por Vicente Echerri


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