Voces interreligiosas que exigen cambios en la política migratoria marcan la pauta en Washington

La Iglesia Episcopal organiza una vigilia por la ‘unidad de la familia’

Por Lynette Wilson
Posted Jun 27, 2018

Familias migrantes de México, que huyen de la violencia, escuchan a agentes del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza antes de entrar en Estados Unidos para solicitar asilo por el Puente la frontera internacional de Paso del Norte en Ciudad Juárez, México, el 20 de junio. Foto de José Luis González/REUTERS.

[Episcopal News Service – Washington, D.C.] Los legisladores cuentan que los teléfonos de sus oficinas en el Capitolio federal no cesan de sonar con las llamadas de estadounidenses exigiendo que los niños migrantes se reúnan con sus padres, y que le pongan fin a la política migratoria del gobierno de Trump de separar a las familias en la frontera sudoccidental.

El representante Jim McGovern, demócrata de Massachusetts. Foto de Lynette Wilson/ENS.

“Las llamadas al Capitolio han alcanzado un máximo histórico, de demócratas y republicanos, de la comunidad empresarial”, dijo el representante Jim McGovern, demócrata y catolicorromano de Massachusetts, a los reunidos el 21 de junio en una vigilia de más de 12 horas de oración por la unidad de la familia en la capilla en memoria [del obispo metodista] Simpson en la vecindad del Capitolio.

“Esta [separación de familias] no puede ser el rostro de quienes somos, luego, agradezco que estén aquí, agradezco vuestras oraciones, agradezco vuestro activismo”, dijo McGovern. “Siempre he creído que la fe es más que un mero ritual, es acción; y todos ustedes tienen poderosas voces, y esta es la ocasión de usarlas por amor a estos niños, por amor a estos padres y por amor a este país”.

La Oficina de Relaciones Gubernamentales de la Iglesia Episcopal, con sede en Washington, D.C., organizó la vigilia de oración en la capilla del edificio de la Iglesia Metodista Unida de la avenida Maryland N.E. De los miembros del Congreso invitados —el senador Tom Carper, presbiteriano y demócrata por Delaware; McGovern y otros dos demócratas: los representantes Jim Clyburn, metodista de Carolina del Sur; y Dwight Evans, bautista de Pensilvania— todos se presentaron e hicieron sus comentarios. La vigilia en la capilla comenzó con una Oración Matutina a las 8:00 AM y concluyó con el rito de Completas.

William Franklin, obispo de Nueva York Occidental, predicó, durante la Oración Matutina, acerca del papel del primer obispo primado William White, el primer capellán del Congreso Continental, quien veía dos autoridades para los cristianos: la Biblia y la razón.

“Somos llamados por la Escritura a ser compasivos, y la razón nos compele a ver que las políticas del gobierno no nos brindan una mayor seguridad, y que es posible tener un política migratoria justa y humana”, dijo Rebecca Linder Blachly, directora de la Oficina de Relaciones Gubernamentales.

Al menos 150 personas asistieron a la vigilia en Washington y otras 20.000 la sintonizaron en directo por Facebook.

El senador federal Tom Carper, demócrata de Delaware, el obispo de Nueva York Occidental William Franklin y Rebecca Linder Blachly, directora de la Oficina de Relaciones Gubernamentales de la Iglesia Episcopal, durante una vigilia de más de 12 horas que tuvo lugar en la capilla Simpson el 21 de junio. Foto de Alan Yarborough.

“Estamos conmovidos y energizados por la pasión y la compasión que estamos viendo. Estamos comprometidos a orar y a actuar y a ponerle fin a este atropello”, dijo Blachly. “Desde un punto de vista político, hemos visto que políticos de ambos partidos se han pronunciado contra esta crueldad —sabemos que el trauma infligido a los niños se extenderá a la próxima generación”.

El representante Dwight Evans, demócrata por Pensilvania. Foto de Alan Yarborough.

En tanto personas de todas las creencias, entraban y salían de la capilla donde habían acudido en busca de oraciones, historias, testimonio, himnos y fraternidad, la Cámara de Representantes se reunía en la acera de enfrente para votar sobre dos proyectos de ley sobre la inmigración.

“Desafortunadamente, vamos a votar hoy lo que yo llamo ‘leyes de deportación’, no ‘leyes de inmigración’, y eso no resuelve el problema”, dijo Evans de Pensilvania, quien acudió [a la capilla] después de la primera votación.

“[La legislación] no hace nada respecto al problema inmediato de la separación de los niños y las familias a que el Presidente se refirió ayer, sin contar que no hace nada acerca de la ciudadanía a largo plazo de los “soñadores” [dreamers]”, expresó Evans en una entrevista con Episcopal News Service fuera de la capilla.

Dos proyectos de ley se pusieron a votación en la Cámara de Representantes el 21 de junio. El primero, un proyecto de ley de línea dura, no se aprobó. Los republicanos de la Cámara retrasaron la votación sobre un proyecto de ley de concertación que le brindaría a jóvenes inmigrantes indocumentados, a quienes se les conoce como “Dreamers” una vía para acceder a la ciudadanía y les permitiría a las familias estar detenidas juntas.

Sin embargo, el proyecto de ley de concertación no le brinda un arreglo permanente a por los menos 3,6 millones de estos “soñadores”, o inmigrantes indocumentados que fueron traídos ilegalmente a Estados Unidos como menores y que están protegidos de deportación por la norma migratoria de 2012 Acción Diferida para los Llegados en la Infancia.

“Sin embargo, el camino a la ciudadanía en el proyecto de ley de concertación está asociado a la financiación de la seguridad fronteriza y de la construcción del muro. Si un Congreso futuro revoca los fondos asignados a la frontera en esa ley, el camino a la ciudadanía sería revocado”, dijo Lacy Browmel, asesor de política migratoria y de refugiados de la Iglesia.

Desde el verano de 2014, cuando menores solos comenzaron a llegar a la frontera en números sin precedentes, cada verano trae otra crisis humanitaria. “Este verano es una situación desastrosa que ocurre porque están separando los niños de sus padres”, dijo Eva María Torres, presidente de Madres de los Soñadores [Dreamers Moms] de Virginia, que vino a Estados Unidos de México en 2006.

Todos los días, Torres, que fue la última persona que habló en la capilla, dijo que oía historias de madres separadas de sus hijos, ya fuera porque se quedan detrás con la familia en Honduras, El Salvador o Guatemala, tres de los países más violentos del mundo, de manera que ellos [los hijos] pudieran enviar dinero a casa. Ella también oye [los testimonios| de madres indocumentadas que temen la deportación y el separarse de sus hijos nacidos en EE.UU. Ahora, los relatos, las imágenes y llantos de niños y madres al ser separados en la frontera como resultado de la política de cero tolerancia de la Administración ha creado nuevos temores y ansiedades, dijo Torres.

Las mujeres corren riesgos y enfrentan peligros para proteger a sus hijos y están siendo separadas de aquellos de los que ellas vienen a proteger, afirmó. “Las imágenes me han hecho reflexionar: ¿cuánto más vamos a permitir que suceda… como comunidad de fe que cree en Dios y conoce y cuenta con la protección de Dios? Yo me preguntaba, ¿qué acciones Dios pide de nosotros? Ahora es el momento de actuar”, afirmó Torres. “La comunidad inmigrante está corriendo muchísimos riesgos, pero no sólo los latinos —son inmigrantes de todas las nacionalidades”.

Torres imploró que los ciudadanos estadounidenses se pronuncien.

“Ustedes, los que son ciudadanos, ustedes tiene el poder de producir un cambio y de hacer algo”, dijo ella. “Seamos proactivos de manera que no nos arrepintamos más tarde de la situación o las acciones que han tenido lugar. El apoyo que se necesita no es una limosna; eso no es lo que la comunidad necesita hoy. Como ciudadanos, yo les pediría que se preparen para hablar con los que están en el poder”.

No son sólo los migrantes que huyen de América Central: en el mundo entero, una población sin precedentes de 68,5 millones se ha visto obligada a desplazarse de sus hogares, 24,5 millones de ellos son refugiados y la mitad son menores de 18 años. Durante más de un siglo, la Iglesia Episcopal ha acogido refugiados y ha abogado por políticas migratorias que protejan a las familias, ofrezcan un vía para acceder a la ciudadanía y respeten la dignidad de todo ser humano. Parte de esta labor tiene lugar tras bambalinas; otras veces tiene lugar en declaraciones públicas, en acciones de defensa social y en testimonios públicos.

Los legisladores están de acuerdo en que las llamadas telefónicas, las cartas y los correos electrónicos fueron los que forzaron a que el Presidente cambiara de actitud, no algo que sucediera en los pasillos del Congreso,

Bajo intensa presión pública, el presidente Donald Trump cambió el rumbo el 20 de junio y firmó un decreto ejecutivo para que los hijos y los padres [de inmigrantes ilegales] se mantengan juntos por un período de detención indefinido. Sin embargo, no resulta claro cómo el gobierno va a poner en práctica la normativa, y el decreto dice que más de 2.000 niños que ya han sido separados de sus padres no serían “apadrinados”, creando confusión en la capital y en la frontera.

El representante Jim Clyburn, demócrata de Carolina del Sur. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Más tarde esa noche en una concentración en Duluth, Minnesota, el presidente retornó a su retórica basada en el miedo, insistiendo en su prohibición de viajes y en su plan de construir un muro a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México.

Para Clyburn, de Carolina del Sur, ver las noticias en la televisión y en los periódicos lo ha llevado a pensar en la época cuando el historiador francés Alexis de Tocqueville viajó a través de Estados Unidos, primero para estudiar sus prisiones, pero finalmente en busca de la grandeza de la nación. De Tocqueville indagó en los recintos del gobierno y en las zonas rurales, y finalmente la encontró en las iglesias, durante la época de la esclavitud, nada menos, dijo Clyburn.

“Él vio en las personas religiosas una cierta cantidad de bondad, y dijo al hablar acerca de esa experiencia que ‘Estados Unidos es grande por que Estados Unidos es bueno’, y si Estados Unidos alguna vez dejara de ser bueno, cesaría de ser grande’. Lo que estamos viendo hoy es una política desacertada, no una ley, sino una política. Es una pérdida, si alguna vez existió, de la bondad. No podemos, como pueblo de fe sentarnos pasivamente e ignorar esto”, afirmó Clyburn.

Desde octubre de 2017 hasta fines de mayo, los agentes del Servicio de Aduanas y Protección de la Frontera han detenido a más de 252.000 personas —32.371 menores no acompañados y 59.113 familias. A principios de abril, el gobierno de Trump puso en vigor su política migratoria de “tolerancia cero”, encaminada a procesar a los migrantes que crucen ilegalmente la frontera y a separarlos de sus hijos; 2.322 niños han sido separados de sus padres, según el Departamento de Salud y Servicios Humanitarios. La normativa tenía por objeto desalentar a otras familias —muchas de las cuales huyen de la violencia en América Central— de intentar solicitar asilo en la frontera entre EE.UU. y México.

Nunca en las peores pesadillas del Rdo. Grey Maggiano, rector de la iglesia episcopal Memorial en Baltimore, Maryland, y ex empleado del Departamento de Estado que trabajó en la reforma carcelaria en Afganistán, pensó que vería a madres e hijos en centros de detención en Estados Unidos. No era inusual en Afganistán ver a muchachos que huían de la violencia sexual, niñas que buscaban protección de un matrimonio infantil y madres que escapaban de violencia doméstica y a sus hijos en centros de detención para su protección, pero aun eso estaba sujeto a horribles circunstancias y tenía efectos traumáticos para todos.

“Es como una pesadilla … ver todas las cosas que uno nunca pensó que ocurrirían aquí, ver que es posible que en nuestro país sucedan en tiempo real”, dijo Maggiano, fuera de la capilla después de dirigirse a los presentes.

Cuando Carper, el senador por Delaware, habló más temprano ese día, se refirió a la violencia en el triángulo norte de América Central y contó la historia de un hermano y una hermana. Al hermano lo obligaron a unirse a una pandilla y su iniciación incluyó la violación de su hermana. En lugar de permitir que eso ocurriera, sus padres los ayudaron a salir y ellos terminaron en Delaware.

“Hay esperanza en Honduras, Guatemala y El Salvador; hay esperanza en esos países del Triángulo Norte, pero hay muchísima miseria, y nosotros somos cómplices de su miseria”, dijo él refiriéndose a la apetencia de los estadounidenses por las drogas.

La crisis humanitaria de la frontera suroeste ha provocada la condena internacional, críticas bipartidistas e indignación de parte de ciudadanos y líderes religiosos estadounidenses, en particular después de que el secretario de Justicia Jeff Sessions y otros miembros del gobierno de Trump se valieran de la Escritura para defender la política de la separación de familias.

“Me siento profundamente desencantado con este gobierno, y estoy profundamente desencantado, no sólo con el Presidente, sino con mis colegas que apoyan esto”, dijo McGovern. “Yo sencillamente no sé cómo la gente puede hacer esto. Me preocupa que estemos perdiendo nuestra humanidad, y cuando oímos que se invocan versículos bíblicos para justificar esto, saben, seré sincero con ustedes, quiero dar gritos. Seguiremos diciendo que esto no representa quienes somos; vamos a lograr demostrarlo”.

Trump hizo de la reducción de la inmigración un eje central de su campaña y su administración. A los pocos días de asumir su cargo, Trump firmó tres decretos ejecutivos por el que reducía la financiación federal de las llamadas ciudades santuario, solicitaba la erección de un muro a lo largo de la frontera entre EE. UU. y México y suspendía el ingreso de inmigrantes provenientes de siete países de mayoría musulmana. Trump también hizo una reducción significativa del programa de reasentamiento de refugiados de la nación, al fijar el número de refugiados que pueden ingresar en el país en 2018 en 45.000, menos de la mitad de los 110.000 admitidos en 2017.

“Nuestro país ha estado en medio de un debate moral grande y profundo respecto a mantener a las familias juntas”, dijo el obispo primado Michael Curry en un vídeo en el que promovía la vigilia del 21 de junio. “Si los niños deben separarse de sus madres y de sus familias, si bien parece que hubiera alguna lógica de resolución acerca de ese problema inmediato, se mantiene la preocupación más general respecto a la detención de las familias. Las formas en que implementamos nuestros intereses migratorios, las formas en que aseguramos nuestras fronteras, no deben separarse de nuestra compasión y de nuestra decencia humana”.

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— Lynette Wilson es reportera y jefa de redacción de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a ella en lwilson@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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