Primados anglicanos ofrecen oraciones por Las Vegas mientras líderes episcopales se movilizan después de la masacre

Por David Paulsen
Posted Oct 2, 2017
Vegas shooting

Agentes del FBI llevan un vehículo blindado hasta un área de montaje el 2 de octubre luego de la agresión a tiros durante un festival de música en La Franja de Las Vegas, en esa ciudad de Nevada. Foto Las Vegas Sun vía Reuters.

[Episcopal News Service] Líderes de la Comunión Anglicana calificaron la masacre de este fin de semana en Las Vegas como “verdaderamente estremecedora” en una declaración hecha pública en Cantórbery, Inglaterra, por el obispo primado de la Iglesia Episcopal Michael Curry, mientras líderes religiosos se movilizan a raíz del atentado que dejó al menos un saldo de 58 muertos y centenares de personas heridas.

Miembros del clero en Las Vegas están ofreciendo cuidado pastoral a las víctimas y al personal de emergencia, en tanto se programan oficios religiosos para esta semana y un grupo de obispos episcopales está organizando una iniciativa nacional para que las campanas de las iglesias doblen en memoria de los muertos el 3 de octubre.

“Oramos por las familias y los amigos de los que han muerto y por las muchas personas que han resultado heridas”, dijo Curry el 2 de octubre en un vídeo en que daba a conocer la declaración de los primados, que están reunidos en Cantórbery. “Recordamos, también a todos los demás atrapados en esta tragedia —entre ellos los servicios de emergencia (el personal de primera intervención). Oramos que la paz del Señor Jesucristo sea con el pueblo de Las Vegas mientras dure este trauma”.

La Rda. Gay Clark Jennings, presidente de la Cámara de Diputados de la Iglesia Episcopal, también dio a conocer un comunicado en reacción a la violencia letal.

“Esta mañana, se me rompió el corazón una vez más al enterarme de otro asesinato en masa [ocurrido] en Estados Unidos”, fue parte de lo que ella dijo, al ofrecer sus oraciones por las personas de la Diócesis Episcopal de Nevada, con sus diputados y su obispo Dan Edwards.

La catedral católica romana del Ángel Guardián [Roman Catholic Guardian Angel Cathedral] ofrecerá un oficio de oración por las víctimas y sus familias a las 5:00 P.M. del 2 de octubre y la Diócesis Episcopal de Nevada celebrará un oficio a las 7:00 P.M. del 3 de octubre en la iglesia de Cristo [Christ Church], la iglesia episcopal más próxima a la Franja Las Vegas donde tuvo lugar la masacre.

Edwards, que predicará en el oficio del 3 de octubre, le dijo por teléfono a Episcopal News Service que su oficina se había puesto en contacto con el capellán del Hospital y Centro Médico Sunrise al objeto de ofrecerle miembros del clero episcopal para suplir al propio cuidado pastoral del hospital. La diócesis le hizo la misma oferta al Departamento de Policía Metropolitana de Las Vegas y a otros de los primeros intervinientes. Edwards no tenía información aún de cuántos presbíteros y diáconos episcopales se habían ofrecido de voluntarios.

Y al tiempo que las autoridades dicen que los suministros de sangre se estaban acabando a raíz de la masacre, la Diócesis de Nevada se propone incluir una petición de donaciones de sangre en sus comunicaciones a los episcopales del estado.

“Es desolador para las víctimas y todos los afectados por esta tragedia en particular”, dijo Edwards. “También resulta desolador para nuestra sociedad que esto siga ocurriendo”.

Las noticias de la masacre se difundieron en las primeras horas del 1 de octubre, y por la mañana era obvio que la agresión a tiros de un concierto de música country era el de mayor número de fatalidades en la historia moderna de Estados Unidos. Las autoridades dijeron que el agresor le disparó a la multitud desde una habitación del piso 32 del vecino hotel y casino Mandalay Bay, haciendo huir a los espectadores.

Al mediodía del 2 de octubre, el saldo de muertes era de 58, y se calculaban más de 500 heridos. El atacante, identificado como Stephen Paddock, de 64 años, más tarde fue hallado muerto en la habitación, al parecer se había suicidado. Las autoridades también dijeron que le habían encontrado más de 19 fusiles.

Obispos Unidos contra la Violencia Armada están llamando a que las campanas de las iglesias de todas partes doblen el 3 de octubre a la misma hora, 9:00 A.M. hora del Pacífico (mediodía hora del Este) en solidaridad. El número de dobles reflejará el número de muertes que se hayan reportado en ese momento.

Edwards, miembro de Obispos Unidos, dijo que no había explicaciones sencillas de por qué Estados Unidos sigue presenciando tantos asesinatos en masa, aunque añadió que hay un caso convincente para revisar el acceso a las armas de asalto y la capacidad de poseerlas en un número mayor de lo que sería necesario para el legítimo uso personal.

También señaló los problemas sociales de soledad, aislamiento y desconexión, factores que dijo son todos ellos demasiado comunes en Nevada.

“No son sólo las armas. Es la veneración de la violencia en nuestra sociedad”, dijo Edwards. “Nuestra respuesta social a la violencia como respuesta a cualquier forma de infelicidad es una preocupación espiritual muy seria. Las iglesias tienen la responsabilidad fundamental de sustraer a Estados Unidos de la veneración a la violencia y llevarlo de nuevo al príncipe de paz”.

Es demasiado pronto para decir si hay miembros de las congregaciones episcopales locales entre las víctimas o sus familias, aunque Edwards dijo que el hijo de un sacerdote episcopal fue uno de los agentes de policía que acudió a la escena del crimen. El sacerdote se quedó despierto toda la madrugada hasta saber que su hijo estaba bien.

El Rdo. Barry Vaughn, rector de la iglesia de Cristo [Christ Church] aún no había sabido de nadie de su congregación afectado por la masacre, un mensaje en la página de la iglesia en Facebook invitaba a los feligreses a llamar o pasar si necesitaban hablar con alguien.

“Creo que todo el mundo se ha quedado pasmado por esto ahora mismo”, dijo Vaughn a Episcopal News Service. “Lo mejor que podemos hacer es acercarnos y amar a las personas que han sido afectadas por esto. Este tipo de cosas es como un desastre natural. No puede predecirse.

“Ocurre de repente, no se sabe exactamente de dónde viene”, agregó Vaughn, haciéndose eco de la preocupación de Edwards acerca de la preponderancia de las armas en la sociedad estadounidense.

Las reacciones y las condolencias han abundado de todos los rincones de la Iglesia, desde la reunión de los primados que tiene lugar en Inglaterra hasta la anterior obispa primada Katharine Jefferts Schori, que anteriormente había sido la obispa de la Diócesis de Nevada.

“Las oraciones ascienden para todos en medio de esta carnicería en el Mandalay Bay”, dijo ella en una declaración difundida por correo electrónico. “¿Cuándo, oh cuándo, comenzaremos a limitar el acceso a las armas de destrucción masiva y de muerte?”

“Que las almas de los fallecidos descansen en paz, que los heridos encuentren sanidad, que todos los que acudieron a socorrer encuentren valor y fuerza y que todos nosotros sepamos que Dios se halla incluso en medio de esta maldad”.

También el 2 de octubre, Curry oró durante el oficio de Vísperas en la catedral de Cantórbery: “Venimos a ti esta noche, oh Señor, con pesar en nuestros corazones por 58 de tus hijos que ya no están con nosotros. Y unos 500 de tus hijos que sufren física y emocionalmente. Y, uno de tus hijos les quitó la vida. Ellas todas son nuestras hermanas. Ellos todos son nuestros hermanos. Ellos todos son tus hijos”.

Obispos Unidos contra la Violencia Armada emitieron por la tarde una declaración completa sobre la masacre, en la que ofrecían no sólo oraciones, sino también un llamado a la acción política sobre el problema de la violencia armada.

“Es completamente razonable a raíz del asesinato en masa perpetrado por criminales con armas de asalto pedirles a los legisladores que quiten esas armas de las manos de los civiles. Es imperativo preguntarse por qué, tan pronto como esta misma semana, el Congreso es probable que apruebe una ley que facilite la compra de silenciadores”, dice la declaración, que hace notar que los silenciadores hacen más difícil que los agentes de las fuerzas del orden puedan detectar el sonido de disparos en el curso de un tiroteo.

Jennings, la presidente de la Cámara de Diputados, se hizo eco de ese llamado a la acción política en base a los valores de la Iglesia Episcopal.

“En 2015, la Convención General aprobó la resolución C005, titulada ‘Implementar leyes para reducir la violencia armada”, la cual incluye un llamado prohibir la venta de armas de asalto a civiles”, dijo ella. “Que tengamos la fuerzas para poner en práctica nuestras palabras de manera que los legisladores que nos representan en Washington, D.C. y en los capitolios estatales a través de la nación lleguen a poner en vigor una legislación sensata que pueda impedir que las armas caigan en manos de personas cuyos corazones están desgarrados por el odio, la violencia y la desesperación”.

Algunos miembros de Obispos Unidos hablaron con Edwards en la mañana por teleconferencia, y le ofrecieron su apoyo.

“Le reiteramos nuestras oraciones y luego le ofrecimos cualquier ayuda que como obispos pudiéramos proporcionarle a él o a la diócesis de Nevada mientras atienden pastoralmente o de cualquier otra manera a las víctimas de la masacre”, dijo el obispo Ian Douglas, de la Diócesis de Connecticut, uno de los coordinadores de Obispos Unidos.

Douglas ayudó a fundar Obispos Unidos contra la Violencia Armada después de la masacre de 20 alumnos en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown, Connecticut. El grupo ahora asciende a más de 70 obispos, que han presionado por una reforma legislativa respecto a la [tenencia de] las armas de fuego que ayude a evitar futuros asesinatos en masa.

La declaración de los obispos sobre Las Vegas decía que, tan estereotípico como ha llegado a ser, los cristianos deben ofrecer “pensamientos y oraciones”. Deben orar por todos los que han sido alcanzados por la masacre de Las Vegas y “por los frecuentes estallidos de violencia armada letal que paralizan a nuestro país”.

“Debemos mirarnos al corazón y examinar las maneras en que somos culpables o cómplices de la violencia armada que nos rodea todos los días”, escribieron los obispos.

También dijeron que los cristianos deben actuar “y participar en los debates que configuran la manera en que los estadounidenses viven y mueren, especialmente cuando mueren debido a la violencia o la negligencia”. Sin embargo, los cristianos deben entender que una solución global a la violencia armada “no será simplemente un asunto de cambiar leyes, sino de cambiar vidas”.

“Nuestro país celebra la cólera que alimenta la rabia, la alienación y la soledad. Desde la Casa Blanca hasta los pasillos del Congreso y hasta nuestros pueblos y quizás en nuestras mesas, amamantamos rencores y resentimientos, en lugar de cultivar el respeto, el interés y el afecto que cada uno de nosotros le debe a los demás”, expresaron los obispos. Los líderes que deberían hablarnos de reconciliación y de la justicia que debe precederle, con harta frecuencia avivan las llamas de la división y de la desconfianza. Debemos, como nación, abrazar la resistencia devota antes de que nuestros peores impulsos nos consuman”.

— David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Puede dirigirse a él  a  dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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